Sarah Ilínichna Stern, conocida como Sonia Delaunay, nació en Ucrania y fue educada en San Petersburgo por sus tíos maternos. Pronto, en su deseo de aprender técnicas pictóricas y el arte europeo, se dirigió a la para ella decepcionante Alemania y, después, a Francia. Este país le ofreció un primer acercamiento a la luz y a la calidez personal, que, con el tiempo, sobre todo en París, se vería matizado.
Por el contrario, sus estancias en España y Portugal produjeron en ella una transformación, fundamentalmente estética, pero no solamente, ya que asumió responsabilidades económicas y familiares que contribuyeron grandemente en su desarrollo personal.
Posteriormente, otro exilio, casi voluntario, en la Costa Azul, tras la llegada de los alemanes al norte del país, la muerte en el sur de su esposo y la vuelta a París supusieron nuevas formas de creación y socialización, nuevas responsabilidades y el desarrollo de facetas artísticas que hicieron de ella una mujer polifacética, emprendedora y crítica con los ambientes artísticos, con los críticos y los marchantes.
Su viaje a Italia será clave también para ella, aunque ya su obra se hacía cada vez más escasa.
Mi propuesta consiste en estudiar la relación entre las memorias de Sonia Delaunay, particularmente los aspectos relacionados en el viaje, con los cambios temáticos y plásticos de su obra, con la adopción de nuevas técnicas y soportes. Así mismo, atiendo a la evolución ideológica de la artista y a las críticas con respecto al arte y la literatura. Para ello, adopto dos perspectivas metodológicas, el análisis del discurso verbal, fundamentalmente la modalidad, y el análisis del discurso visual propuesto por el grupo Mu, por lo que considero tanto los aspectos icónicos como plásticos de sus obras pictóricas y sus diseños de moda.