No es de extrañar que un autor como Plutarco, que dedicó ensayos enteros de su obra a discutir las ventajas de la dieta variada sobre la simple, las virtudes dietéticas de alimentos poco calóricos como purga preventiva antes de asistir a los banquetes excesivos de la aristocracia grecorromana o las prevenciones pitagóricas sobre la ingesta de carne, se ocupe de otras razones (religiosas o sociales) ligadas a los alimentos en cuestión.
En mi trabajo dejo las religiosas para otros participantes en este simposiio y paso a considerar las reflexiones del Queronense a propósito de bulbos, tubérculos y productos agrarios de escasa importancia que constituyen la dieta obligada de los menos pudientes, pero que él se encarga de poner en valor por sus efectos saludables o porque simbolizan comportamientos éticos y sociales nada despreciables de los grandes personajes de sus Vidas como, entre ellos, Catón, César o el gran Alejandro.