En un pasaje de indudable importancia para la taxonomía de los placeres, Plutarco, apoyándose en Platón, reconoce en Quaest. conv. IX 14, 7 el carácter dual de la vida humana, compuesta de una parte seria y otra que tiende al placer, y distingue diversos tipos de deseos y placeres adscribiendo cada uno de ellos a una determinada musa, que será la encargada de inspirarlos o, en su caso, moderarlos y encauzarlos hacia el bien. En concreto, el apetito de comida y de bebida, que junto con el deseo sexual caracterizan el bíos apolaustikós, tienen en la musa Talía a la encargada de embridarlos y atemperarlos, introduciendo en ellos orden y moderación y convirtiéndolos en sociables a partir de su carácter natural y originalmente salvaje e inhumano. Nuestro trabajo repasa estas y otras reflexiones del Queronense y analiza diversos ejemplos usados por nuestro autor acerca de los placeres llamados “del estómago”, para intentar extraer las ideas que sostuvo a este respecto y tratar de aclarar también algunas contradicciones en las que pudo incurrir.