El tema principal de este proyecto es la contraposición entre el mundo natural y el artificial, el creado por el hombre, a través del paisaje urbano. La ciudad se nos presenta como un artificio construido para albergar a una comunidad humana, que a través de los siglos se ha ido separando de sus orígenes naturales. Los intentos de humanización de las ciudades las ha llenado de arboles y parterres, algunos jardines y parques, elementos naturales no exentos de cierto artificio, que vienen a insertarse entre el hormigón y el asfalto.
Entonces, la huida de la naturaleza protagonizada por el ser humano durante los últimos siglos viene a ser mitigada por estos elementos naturales insertados en la ciudad. El ser humano ha “dominado” la naturaleza, la ha domesticado e integrado en sus espacios artificiales. Sin embargo, la naturaleza en ocasiones muestra su lado más feroz e indomable, imponiendo su fuerza: riadas, inundaciones, nevadas…
Para este trabajo se ha partido de imágenes fotográficas tomadas por mí mismo durante la borrasca Filomena y la excepcional nevada caída sobre Madrid en el mes de enero pasado. Asistir impotente a semejante desencadenamiento de las fuerzas de la naturaleza ha marcado este proyecto que, no obstante, entronca con mi línea de trabajo anterior.
Los elementos naturales presentes en las imágenes de la ciudad, principalmente árboles, aparecen como protagonistas en unas imágenes dominadas por los edificios y los coches, todos ellos cubiertos por la nieve, como si de algún modo la naturaleza impusiese su fuerza, como si se naturalizase lo artificial.
Así, en las imágenes fotográficas se recoge esta contraposición: naturaleza inmersa en la ciudad (árboles urbanos) y la gran nevada, elemento natural que lo domina todo, como en un círculo cerrado.