Uno de los aspectos del “proceso de Bolonia” que más ha transcendido y más polémica ha generado es el de la revolución metodológica que implica (“educación superior centrada en el alumno”), como consecuencia de la implantación de los créditos ECTS y de la incorporación de competencias que conecten al alumnado con el mercado laboral (Del Pozo-Andrés, 2009). Interesa señalar que esta educación orientada al estudiante se caracteriza por la presencia de un tipo de alumno que “es el máximo actor de su aprendizaje, siendo el profesor un mero facilitador en el proceso. Esto implica que el profesor no debe hacer nada que el alumno pudiera hacer por sí mismo” (Alameda-Hernández, Mercado-Vargas, Gómez-Lorente, y Alameda-Hernandez, 2010). En esta línea, debemos preguntarnos cuáles son las prácticas metodológicas que mejor se adecúan a esta manera de concebir el proceso de enseñanza aprendizaje. Para responder a esta pregunta, debemos señalar que “la literatura nacional e internacional es muy extensa sobre la metodología de enseñanza” (Pérez-García, s.f.). Proponemos analizar en este capítulo, por su gran claridad, la clasificación de De Pablos Pons (De Pablos-Pons, 2004), que hace una especial mención a cuatro métodos de enseñanza-aprendizaje a través de una revisión bibliográfica.