Pocas veces a lo largo de su historia la Universidad se ha visto amenazada, cuando no condicionada en su naturaleza, de forma tan clara y profunda como en la actualidad. En apenas unos decenios su tradicional función como espacio para la discusión y la experimentación, el cuestionamiento de ideas establecidas y, en definitiva, la libertad de pensamiento y el debate público, ha dado paso a la imposición de la emoción a la razón. Mediante formas cada vez menos taimadas de coerción individual, o colectiva, ante la disidencia. Por ello, el profundo estudio sociológico del profesor Frank Furedi es, a la vez, pertinente y necesario.