Se analizan los usos hegemónicos del territorio del agronegocio, específicamente el uso de semillas genéticamente modificadas, siembra directa y uso de agrotóxicos. Se caracterizan los riesgos de los productos químicos para la salud humana descriptos en la literatura científica y se explora dentro de esa producción de conocimiento la dinámica hegemonía-contra hegemonía. Se concluye que la tensión entre hegemonía contra hegemonía al interior de la práctica científica no es ajena a las políticas públicas ni a las relaciones de poder con las empresas trasnacionales, y se expresa localmente en distintos actores sociales. Estas tensiones y relaciones de poder hacen que comprobar con evidencia científica fundada, que los agrotóxicos pueden ser peligrosos para la salud humana, aun bien aplicados y en dosis subóptimas, no gane poder en las relaciones sociales. Esto es válido aun cuando se trate de evidencias publicadas como paper o como libro, sea cual fuera la valoración de la editorial o revista dentro de la comunidad científica. El dispositivo de legitimación de la ciencia demuestra tener poco poder para construir hegemonía en la política del agronegocio pampeano. La palabra autorizada para quiénes portan el discurso hegemónico circula por otros canales: charlas de idóneos en ferias de producción como Expoagro, folletos, páginas web, redes sociales de empresas o corporaciones de productores, las agronomías, y la llamada literatura gris.
La construcción social de los sentidos nativos del riesgo está atravesada por la dinámica hegemonía-contra hegemonía. Tres categorías nativas dan cuenta de esa dinámica localmente, son ellas matayuyo, remedio y veneno. La denominación local del glifosato y otros agrotóxicos como matayuyo o remedio implica que la agencia de la sustancia se representa contra la vegetación y no contra la vida animal o humana, invisibilizando las consecuencias de la exposición permanente a él y por lo tanto minimizando la percepción del riesgo.