En el ámbito residencial es la vivienda de protección la que juega un papel fundamental en los procesos de inclusión social, sobre todo en sectores vulnerables (Trilla, 2001), en cambio España se sitúa bajo mínimos en cuanto al parque de vivienda pública. Por otra parte, son los menores ingresos vía salarios, los mayores porcentajes de desempleo y la dificultad en el acceso a una vivienda, las variables que se ubican como claves para que se produzca una exclusión residencial (Sánchez-Mora, Clavero y Manzanera, 2013).
El reconocer la vivienda como una necesidad a la que tienen derecho el conjunto de las personas, estén donde estén, obliga a los estados a intervenir para hacer posible que tal derecho se haga realidad. Con esto no sólo se va a mejorar el bienestar, sino incluso también vendrá a mantenerse la paz social.
Históricamente el abordaje de los problemas de las personas sin vivienda, los llamados marginados sin hogar en los 80-90, han sido objeto de intervención desde los Servicios Sociales vía prestación básica del sistema como son los albergues, bien públicos o privados. Más recientemente se comienzan a generar nuevos modelos de intervención ante esta situación como el denominado Housing First, donde se antepone el acceso a la vivienda como un primer paso.
La comunicación que aquí se presenta pretende realizar una revisión de los diferentes modelos desarrollados, tanto desde lo recogido bibliográficamente como desde la opinión que han expresado personas sin hogar que han transitado por diferentes opciones vividas en primera persona, donde la consideración de ser sujeto en el que un derecho humano como es el acceso a la vivienda se le ha estado impidiendo, no ha sido un factor considerado en todo su proceso.