Esta investigación tiene por objetivo principal analizar el modo en que el videoclip se convierte en un formato flexible y eficaz para su adaptación a diversos contenidos y géneros, mediante el estudio de diferentes piezas que comparten un mismo motivo central: la representación de la danza filmada, en concreto del género de baile conocido como voguing. El voguing nació en Nueva York en los años 80 en el ámbito de la Ball Culture del barrio de Harlem, escenificado en los concursos entre diversas “casas” (houses). La Ball Culture fue un movimiento marginal ligado a personas del entorno queer que adquirió cierta notoriedad a raíz del estreno del documento Paris is Burning (Jennie Livingston, 1990) y fue popularizado por Malcom McLaren y Madonna. Dos décadas después, la nostalgia revisionista de la cultura pop reciente ha recuperado el voguing como baile, al punto de crear una “escena” alrededor del mismo y un renacimiento de la Ball Culture, en ámbitos muy reducidos y marginales, lejos de la popularidad alcanzada a comienzos de los años 90. Como género dancístico muy ligado al audiovisual, el voguing ha vuelto a estar presente en el videoclip. Sin embargo, los vídeos musicales actuales que recuperan el voguing como leitmotiv no remiten a los vídeos musicales de finales de los 80 y de principios de los 90 centrados en la representación del movimiento coreográfico, sino al género documental. Realizarmos un análisis textual sobre una muestra formada por cuatro vídeos musicales. Realizaremos un análisis textual del formato. De ellos, dos pertenecen a la etapa contemporánea a su nacimiento y esplendor, Deep in Vogue de Malcolm McLaren and the Bootzilla Orchestra (1989) y Vogue de Madonna (1990); los otros dos se inscribirían en el movimiento revisionista y nostálgico del voguing más reciente, Let a Bitch Know de Kiddy Smile (2016) y Promises de Calvin Harris y Sam Smith (2018).