Introducción: La frecuencia de consumo de alimentos y bebidas en los niños depende de diferentes patrones de comportamiento.
Objetivos:Evaluar el efecto de la duración del sueño de los niños sobre la frecuencia de consumo de alimentos, y describir las frecuencias de consumo según su estado ponderal y el nivel de educación familiar.
Método: Se estudiaron 2721 niños y niñas de 6 a 9 años del Estudio ALADINO 2015 en Andalucía. Se recogieron el número de horas de sueño y la frecuencia semanal de consumo de 24 grupos de alimentos. Se calculó el estado ponderal mediante el índice de masa corporal, con los estándares de crecimiento de la OMS, se recogió el nivel educativo de los padres y madres. Las frecuencias medias de consumo de alimentos se calcularon según la duración del sueño (mayor o menor que la media diaria). Se ajustaron modelos de regresión logística para evaluar las asociaciones independientes de las horas de sueño sobre las frecuencias de consumo de alimentos (variables resultado), ajustando por edad, sexo, nivel de educación de los padres, estado ponderal y disponibilidad de medios de ocio pasivo en la habitación.
Resultados: Dormir suficiente número de horas se asocia con mayor probabilidad de consumir fruta (OR:1,23;IC95%:1,06-1,42) y verdura (OR:1,19;IC95%:1,01-1,40), y menor probabilidad de consumir refrescos azucarados (OR:0,80;IC95%:0,67-0,97), zumos con azúcar (OR:0,79;IC95%:0,64-0,99), snacks salados (OR:0,46;IC95%:0,33-0,65), chocolates o caramelos (OR:0,71;IC95%:0,55-0,92), y galletas y bollos (OR:0,70;IC95%:0,58-0,84).
El consumo de frutas y verduras medio semanal es mayor en niños sin sobrepeso y en hijos de padres con mayor nivel educativo.
Conclusiones: Una duración de sueño adecuada está asociada con mayor consumo de frutas y verduras, y menos alimentos con alta densidad de energía. Mejorar la higiene del sueño es fundamental para mejorar los hábitos alimentarios, y especialmente en niños con sobrepeso, y de menor nivel educativo