Son numerosas las ediciones, ilustraciones y demás usos de la imagen de esta joya de la literatura española. Una de sus señas de identidad forjadas a lo largo de los siglos, es, sin duda, la esbelta figura de Don Quijote de la Mancha y de los otros personajes más destacados de la novela, como Sancho Panza, Dulcinea o el mismísimo Rocinante. También tenemos una imagen prefigurada de objetos, propios de sus andanzas o atrezo de algunos de sus episodios, como los molinos de viento, iconos que están en el imaginario colectivo. La novela más universal de la literatura española se ha adaptado a los tiempos y a los soportes, desde las distintas evoluciones de las técnicas de impresión del libro, hasta la llegada de lo digital, aunque uno de sus importantes auges sobrevino con la llegada de técnicas como la litografía, donde los grabados cobrarán aún un mayor protagonismo. Con las miles de ediciones de Don Quijote de la Mancha que ya había en el siglo XIX, tanto impresas como ilustraciones independientes, el grabado proliferó hasta cotas insospechadas. La imagen se popularizó, ya no sólo en las ediciones de famosos grabadores como Gustavé Doré o Manuel Salvador Carmona, grandes artistas que consiguieron una calidad singular en sus obras, sino que, a ello se sumó, además, la publicidad y el uso de la imagen con fines comerciales.