El Poder nos atrapa, y aquí se abre la puerta de su manifestación por el cine, mediante un amplio ejercicio de análisis audiovisual. Entre los modos de representación del poder, se aborda el género fílmico de procesos judiciales o cine de juicios, profundizando en uno de sus reflejos más significativos, El Proceso, dirigido en 1962 por Orson Welles, donde el espectador se identifica con el angustiado señor K. en su lucha contra el corrupto sistema judicial que lo procesa sin motivo. Este mágico filme de simbólica belleza visual se contrasta con la enigmática novela (1915) de Franz Kafka adaptada.
Ambas obras son relevantes creaciones de la modernidad. Por un lado, Kafka es referencia popular de muchas obsesiones del siglo XX: la burocracia, los laberintos legales, la injusticia y el autoritarismo; denominando el término kafkiano a “lo absurdo-siniestro”. Por otro lado, Welles está considerado como “el mayor genio del cine”. Mediante un estudio pluridisciplinar, se buscan paralelismos entre las posiciones vitales y éticas de ambos, y su plasmación en densas obras, que ofrecen una lúcida y actual visión sobre las desiguales relaciones entre el individuo y los inalcanzables órganos detentadores del poder. Y se rastrea históricamente la evolución de los tribunales y al servicio de quién está la Ley.
En palabras del prologuista Román Gubern: “Ante este material audiovisual tan rico, Brisset lleva a cabo una cirugía hermenéutica del texto (en realidad de dos textos, de Kafka y de Welles), utilizando un método interdisciplinario, en el que no faltan las referencias a la iconografía, a la narratología, a la antropología, al psicoanálisis, a la sociología y a la semiótica. Para quienes admiramos tanto la obra de Kafka como su versión realizada por Welles, su lectura constituye un inmenso placer.”