Las condiciones actuales del mercado de trabajo son el resultado del cambio de modelo productivo que ha manifestado un mayor impacto sobre las generaciones más jóvenes, de modo que la precariedad y temporalidad se han consolidado en el mercado laboral español en la medida en que estas generaciones van avanzando. Y aunque la ordenación normativa ha tenido como principal objetivo facilitar la incorporación de los jóvenes al mercado de trabajo, no obstante, el éxito de estas medidas no siempre ha sido el esperado y en muchas ocasiones las nuevas propuestas contractuales (contratos de formación, aprendizaje, prácticas o las medidas para la conversión de temporales en indefinidos) han servido para rebajar los derechos asociados a fórmulas contractuales anteriores. Con lo cual este segmento, ha sido de facto el encargado de consolidar este modelo de sistema de crecimiento económico y de mercado laboral, y a su vez ha sido el más perjudicado por sus efectos sobre las trayectorias laborales. Para ellos (como para la mayoría), en su actual regulación la PSC no es una solución ni a medio plazo ni mucho menos a corto plazo por cuanto que, hoy por hoy, no tiene capacidad de complementar al conjunto de prestaciones sociales públicas de una forma mínimamente significativa, que es lo que le pide el Pacto de Toledo y lo que justifica el apoyo y gasto fiscal que recibe. En cualquier caso, se hace estrictamente necesario que el empleo joven salga a flote primero y, para eso, es necesario cruzar los dedos y esperar a que las políticas enfocadas a la promoción de ese objetivo junto con las políticas macroeconómicas que contemplen generación de empleo, hagan el trabajo que de ellas se espera.