Este trabajo tiene como objetivo principal demostrar que existe una estrecha relación entre los personajes obsesionados por una idea fija que protagonizan las novelas contemporáneas materialistas de Benito Pérez Galdós y los espacios en los que viven y actúan. Para lograrlo se ha recurrido a una metodología comparativa e interdisciplinar. Las obras objeto de estudio se han contrastado con tratados de psiquiatría y psicología del siglo XIX con la finalidad de analizar los síntomas de locura de los personajes. Al mismo tiempo, las novelas se han cotejado entre sí dando lugar a una clasificación de los personajes en errantes y parásitos. Tras la introducción, donde se hace un examen pormenorizado del estado de la cuestión, se exponen los resultados acerca de La desheredada, Tormento y La de Bringas. Tanto Isidora Rufete como la familia Bringas carecen de una vivienda que les pertenezca a largo plazo por lo que deambulan, desarraigados, por Madrid. En la segunda parte de la tesis, se observa tanto el comportamiento de los hermanos Manso como de José María Bueno de Guzmán. Lo que caracteriza a estas creaciones galdosianas es una desmesurada dependencia emocional de familiares y amigos con los que llegan a obsesionarse. En una tercera parte, el estudio se centra en los rasgos que definen la relación entre espacio y personaje enajenado cuando se trata de un género a caballo entre el narrativo y el dramático como es el caso de la novela dialogada Realidad. En las conclusiones se destaca que todas las partes de la investigación constituyen una defensa de la estrecha relación y necesaria vinculación entre personajes con problemas psíquicos y el espacio que habitan. Se hace especial hincapié en que el trabajo esclarece el significado de los objetos que se encuentran en estos ambientes y que han adquirido la categoría de símbolos para potenciar las necesidades y carencias de los personajes enfermos.