La creciente demanda de la sociedad por un estado saludable físico y psíquico obliga a reflexionar sobre programas formativos para desarrollar la competencia en alimentación (Cabello-Garrido, EspañaRamos y Blanco-López, 2016). Desde la Fundación Española del Corazón (FEC), se promueve que para una dieta cardiosaludable el saber qué comprar es clave para un corazón sano (Plaza-Celemín, 2015). Se aboga por una dieta equilibrada donde se apremia los alimentos ricos en hidratos de carbono incluyendo: patatas, legumbres, pan, arroz, pasta, cereales, verduras, hortalizas, frutas y frutos secos a razón de un porcentaje mayor del 50%. Los alimentos ricos en grasas con un porcentaje entre el 3035% eligiendo aceite de oliva virgen y aceite de girasol alto oleico como aceite de fritura. Y entorno al 10-15% de productos ricos en proteínas como lácteos y carnes como publica la prestigiosa revista JAMA (C.B. et al., 2012). Por ello el primer paso para conseguir una dieta equilibrada se inicia por saber qué comprar (Ordovas & Berciano, 2014), aprendiendo a comprar según el contenido nutricional sabiendo analizar el etiquetado los alimentos (García-Ortiz, 2015). La competencia alimentaria no sólo incluye el saber qué comprar en función de su etiquetado analizando las calorías, grasas saturadas, sal y azúcares sino en cómo comerlo y cocinarlo y propiciar el entorno adecuado para alimentarse de manera apropiada (Cabello-Garrido, España-Ramos y Blanco-López, 2016).