Mi participación en este Seminario centra su atención, especialmente, en la revisión historiográfica del descubrimiento de Gela y de las anteriores campañas de excavación llevadas a cabo desde finales del siglo XIX.
Antes de la investigación científica en Gela, exceptuando las excavaciones clandestinas, no hubo gran interés por parte de los viajeros eruditos por Terranova como ciudad con vestigios de antigüedad. En el tour siciliano, Terranova es de las menos visitadas, posiblemente por la ausencia de monumentos visibles y destacables.
No obstante, algunos testimonios de eruditos y viajeros extranjeros a partir de mediados del siglo XVI, son una fuente esencial para la reconstrucción topográfica de la colonia, antes de la intensa urbanización posterior. La documentación topográfica de Terranova de ese momento deja ver la planta medieval de la ciudad, signo evidente de que, ya en el siglo XII, poco quedaba a la vista del esplendor de la colonia griega. A partir de mediados del siglo XVIII, Sicilia se incluye en la tradición historiográfica de los voyages pictorisque como lugar a visitar por su riqueza de monumentos.
En la segunda mitad del siglo XIX, Terranova de Sicilia era una ciudad bastante floreciente de aproximadamente 20.000 habitantes.
Las primeras excavaciones, como recordará Orsi, fueron dirigidas a partir de esa fecha a descubrir objetos de valor para agrandar las colecciones privadas de las familias nobles de Gela y extranjeros. Así, Gela comenzó a ser conocida en el mundo científico por medio de sus magníficos vasos y el comercio y coleccionismo que generaron a partir, sobre todo, de la transformación agrícola de la zona de Capo Soprano.
En este ambiente de continuos saqueos y excavaciones clandestinas, fuertemente denunciadas por Paolo Orsi se inician a principios del siglo XX las excavaciones sistemáticas en Gela.