Las industrias audiovisuales, al igual que el resto de las industrias culturales, realizaron una migración completa no sólo al digital, aunando formatos y eliminando barreras entre los medios, sino también hacia la distribución online, favorecida por redes capaces de transferir vídeo de alta calidad de manera instantánea. Desde un punto de vista económico, la incertidumbre que siguió a la digitalización de los medios de comunicación parece estar esfumándose desde el momento en que los usuarios acceden a cumplir con el requisito de compra o abono de contenidos o servicios audiovisuales y se vislumbran modelos de negocio y dinámicas de éxito. La buena acogida de plataformas como Netflix, Yomvi o Spotify o el mantenimiento como medio esencialmente gratuito de YouTube no hacen sostenible, con todo, la mayor parte de las iniciativas de comercialización de contenidos culturales a través de Internet. Las marcas de reconocimiento masivo internacional son pocas, si bien el consumo masivo no elimina la demanda de contenidos especializados, que también tendrán su posibilidad de comercio. Abogamos aquí por describir el momento actual de las industrias audiovisuales online con el término “consolidación”: consolidación de prácticas empresariales, consolidación de estructuras, consolidación de nuevos hábitos de ocio y consolidación del consumo. El presente es online.