La educación es uno de los principales objetivos de la Estrategia Europea 2020 y del programa Metas educativas 2021 para conseguir un crecimiento económico, para combatir la desigualdad social y construir países económicamente fuertes. Garantizar el acceso a una formación de calidad, con el desarrollo de la igualdad y la no discriminación, es una preocupación de los gobiernos, porque se ha comprobado que en los últimos treinta años se ha producido un gran aumento de la desigualdad, como queda recogido en la Declaración de Paris de los ministros de educación europeos (2015) y en el informe de la OCDE sobre equidad (2017). El gran reto está en la ampliación de la escolarización en secundaria logrando la continuidad de los estudios y la titulación.
El derecho fundamental de la educación puede convertirse en una barrera si en los centros hay una representación desigual según los niveles de renta (índice de inclusión de PISA), falta de atención educativa según necesidades (no demandas) y políticas de privatización y selección del alumnado en contra de la justicia social.
En esta comunicación realizamos una revisión de las causas que limitan la equidad a pesar del interés de éstas políticas globales por conseguir elevar el nivel de estudios para toda la población. La mayoría de las investigaciones consideran que el elemento que más contribuye al fracaso y al abandono escolar es la composición social de los y las estudiantes, o sea añadir alumnado del mismo nivel socioeconómico en las aulas y centros escolares, sobre todo al alumnado más desfavorecido. En todos los países las políticas de elección de centro sujetas a las demandas de las familias son las que más contribuyen a la brecha social.