La práctica mindfulness tiene su origen en el budismo Hyland (2011) los define como la séptima fase de los ocho caminos que dirigen hacia el nirvana o el final del sufrimiento. Kabat-Zinn (2013) en Hyland (2011) afirma con respecto al origen budista de mindfulness que este revela una descripción coherente de la naturaleza de la mente, la emoción, el sufrimiento y su potencial alivio, y ese alivio del sufrimiento se consigue con la práctica y el entrenamiento sistemático, también cultivando la mente y el corazón a través de la atención.
Tradicionalmente mindfulness se considera un paso fundamental hacia la meditación, la concentración y la aceptación del sufrimiento y el dolor. Esta práctica busca una manera de contrarrestar el dolor físico y mental, el sufrimiento y la adversidad. Por este motivo esta técnica está fuertemente asociada a tratamientos médicos y terapias psicológicas.
Cuando se integra la técnica mindfulness en los programas educativos dirigidos hacia el desarrollo de las competencias sociales y emocionales, estas se ven reforzadas, como, por ejemplo: la autoconciencia adopta una nueva profundidad de exploración interior, la gestión emocional fortalece la capacidad para resolver conflictos y la empatía se convierte en la base del altruismo y la compasión (Lantieri y Zakrzewski, 2015). A través de tareas basadas en esta técnica y diseñadas específicamente para el alumnado de primaria, podrían promover en los alumnos habilidades relacionadas con el autocontrol, la gestión del estrés, el bienestar, la conducta prosocial y laaa mejora del rendimiento académico (Schonert-Reichl et al., 2015).