En la actualidad, la búsqueda del bienestar se conforma como un reto para muchas personas que son conscientes del precio a pagar por el ritmo elevado de vida que se debe mantener en la sociedad moderna, repleta de obligaciones impuestas y de necesidades que encaminan al ser humano a atender horarios complicados de compaginar con una de las premisas fundamentales para una vida sosegada, feliz, equilibrada: el disfrute del tiempo libre, de “no hacer nada”. Las emociones suponen vehículos interpretativos de relevancia a la hora de traducir las respuestas de nuestros sentidos de la mano del pensamiento, por lo que es necesario atender al equilibrio emocional para poder disfrutar del citado bienestar. La desregulación emocional conlleva malestar e incide de forma no positiva en el desarrollo, interacción, y comunicación de las personas, pudiendo ser origen de diferentes alteraciones y trastornos. Entre fluctuaciones en la regulación emocional a lo largo de su vida, el ser humano es permeable a determinados estímulos sensoriales que, de la mano de acciones emprendidas desde el deseo y la necesidad del disfrute del momento, permiten que la percepción de bienestar subjetivo puede mejorarse mediante la puesta en práctica de determinadas prácticas y terapias, entre las que destaca la relación con el arte. Así pues, aprender a gestionar y regular determinadas emociones primarias como son la alegría, la tristeza, o el miedo, a través del arteterapia, puede permitirnos disfrutar de un deseable bienestar en nuestras vidas, siendo una materia de importantes repercusiones positivas, a desarrollar en ambientes académicos, laborales, o socioculturales.