En el prefacio de las Vidas de Demetrio y Antonio, Plutarco enuncia los temas principales que va a tratar en ella:
Eran propensos al amor y a la bebida, belicosos y pródigos, derrochadores e insolentes (Demetr. 1.8).
Y al final de la Vida de Demetrio, introduce la de Antonio de esta manera (Demetr. 53.10):
Plutarco considera estas biografías obras de teatro y a sus protagonistas actores de representaciones teatrales. Esto se inserta en un marco más amplio: el deseo de sus protagonistas de emular a Dioniso, llegando incluso a identificarse con él, y la focalización para la descripción de su carácter en aspectos relacionados con lo dionisíaco.
Demetrio trataba de imitar a Dioniso por ser el más terrible al ocuparse de la guerra, y a su vez el más dispuesto a la alegría y el regocijo.
La relación de Demetrio con Dioniso está basada y simplificada en su afición a los festines, la bebida y los excesos sexuales, y se refleja en gran medida en algo tan propio de Dioniso como el mundo del teatro.
Antonio pretendía descender de Heracles, pero es Dioniso a quien “imitaba en su modo de vida, haciéndose llamar Nuevo Dioniso”. Tal imitación consistía en banquetes, borracheras, francachelas, fiestas y espectáculos teatrales, tanto en Italia, como en Asia y sobre todo en Alejandría.
Plutarco justifica la composición de las Vidas de Demetrio y Antonio en el prefacio diciendo que los lectores estarán mejor dispuestos a imitar virtudes si no ignoran los vicios, pero que no las compone para proporcionar placer y entretenimiento. Pero algunas escenas narradas muestran que, aunque procurar placer no es el objetivo, tampoco se excluye la posibilidad de experimentarlo, ni él mismo como narrador, ni los lectores, que podrían encontrar en ello un acicate para la lectura.