Los dispositivos móviles ofrecen cada vez mayores prestaciones
a costa de un mayor consumo energético. La energía consumida por
un móvil no sólo depende de las aplicaciones en sí, sino también de las
interacciones del usuario con la aplicación. Si un recurso no está siendo
utilizado por la aplicación, no debería estar consumiendo energía. En este
artículo se presenta un modelo de adaptación de aplicaciones móviles
al contexto del usuario con el objetivo de reducir el consumo energético
de las aplicaciones. Se desarrollan y evalúan cuatro implementaciones diferentes
de la propuesta en busca del mecanismo de reconfiguración más
eficiente energéticamente.