Una educación matemática de calidad debe poner el énfasis en el carácter formativo que esta disciplina puede aportar a la sociedad del siglo XXI, sociedad que necesita una ciudadanía capaz de adaptarse, dar respuesta y actuar de manera responsable ante los cambios y desafíos de un mundo cada vez más globalizado. Los responsables de formar al futuro profesorado deben hacer hincapié en la educación STEM (Science, Mathematics, Engineering, and Technology). El aprendizaje de los contenidos de distintas disciplinas, como pueden ser la científica y la matemática, se debe plantear desde un enfoque interdisciplinar e integrador (Moore y Smith, 2014; Shernoff, Sinha, Bressler y Ginsburg, 2017). Se debe además situar la perspectiva de género en el epicentro, con la finalidad de fomentar la presencia de mujeres en carreras universitarias de áreas de Ciencia y Tecnología.