El progreso de la medicina reproductiva ha permitido monitorizar y ejercer un control terapéutico sobre una gran parte de los procesos que tienen lugar durante la reproducción humana. En este contexto, los tratamientos de reproducción asistida se desarrollan cada vez de forma más personalizada y se dirigen, con mayor garantía y seguridad, a solventar aquellas barreras que impiden concebir de forma natural y espontánea. A pesar de estos avances, uno de los grandes desafíos para tratar la infertilidad en la pareja continúa siendo conocer los procesos celulares y moleculares que gobiernan los primeros pasos en el establecimiento del embarazo en la implantación embrionaria. Se trata de un fenómeno crucial y determinante en el que se necesitan un endometrio receptivo, un embrión viable en la etapa de blastocisto y una interacción funcional entre ambos que habilite un diálogo molecular bidireccional y que de esta forma impulse la progresión del embarazo. Por razones obvias que pueden condicionar la gestación, existen grandes constricciones para diseñar estrategias experimentales inocuas y que puedan ser realmente útiles para evaluar este proceso de forma directa in vivo. El análisis exploratorio de indicadores moleculares que puedan ser representativos del proceso de la implantación está generando un creciente interés para profundizar sobre el estado de la cuestión.