Las células de todos los organismos están sujetas a estrés, entendiendo éste como condiciones ambientales desfavorables que limitan su normal desarrollo. A diferencia de otros organismos, las plantas no pueden escapar cuando esas condiciones desfavorables se presentan y, por tanto, deben lidiar con ellas.
La membrana plasmática (MP) separa el interior y el exterior celular y actúa como una barrera que protege a la célula de posibles condiciones externas adversas. Al mismo tiempo, es la parte de la célula en contacto directo con el exterior y está encargada de establecer una comunicación continua con su entorno.
Las células eucariotas, además de la MP, presentan un sistema de endomembranas que delimita los distintos orgánulos intracelulares y crea microambientes independientes dentro de la célula. Al mismo tiempo, esta compartimentalización intracelular dificulta el tráfico de metabolitos e información a través de la célula, por lo que son necesarios mecanismos de comunicación entre orgánulos. Uno de estos mecanismos son los “sitios de contacto entre membranas” (MCS, del inglés membrane contact sites). Los MCS pueden definirse como estructuras membranosas donde las membranas de dos orgánulos diferentes se aproximan a una distancia menor de 40 nm sin que haya fusión entre ellas. Para que esto ocurra, estos sitios poseen proteínas de anclaje, que tienen la capacidad de unirse simultáneamente a las dos membranas. Esta unión puede verse regulada por diversos factores, como la concentración de Ca2+ en los distintos orgánulos, la presencia de lípidos específicos en las membranas o la presencia de otras proteínas que refuercen la interacción.
El RE es un sistema membranoso único y continuo que se distribuye por toda la célula, poseyendo la mayor relación área/volumen de entre todos los orgánulos. Además, el RE establece contactos con prácticamente todos los orgánulos, y con el citoesqueleto y la membrana plasmática.