El interés por la relación hábitat-naturaleza, se centra en el proyecto de un Valle Artificial en Lobres en las formas de aproximación al paisaje natural insertas en el tejido consolidado de un enclave urbano.
Una Piscina, en esta pequeña población, tan cercana al mar como para beneficiarse de las condiciones ambientales de la costa tropical, y tan distante para hacer este mismo mar inaccesible para la prolongada rutina estival de niños y mayores.
Generalmente, proyectar una piscina evoca una situación lúdica, en contacto con la naturaleza, en medio de un jardín. Más aún en este entorno tropical junto a la percepción lejana de los montes. Lo que hizo imaginar la piscina como si fuera un pequeño lago situado en un valle. Un valle artificial que permitía alojar bajo las faldas de hormigón todos los servicios anexos al baño, como si la montaña se hubiera horadado para darles cabida. Una geomorfología que permitía dotar de intimidad a este novedoso espacio para las relaciones sociales, solucionando la vulnerabilidad con respecto a la intimidad del baño y la convivencia con la privacidad de las viviendas cercanas.
La tecnología aplicada a la arquitectura, hacía posible recrear las formas de la naturaleza para emular y llegar a percibir un paisaje natural, un valle. Estructura natural pretendida que no ocultaba su artificialidad sino que hacía de ella su principal atractivo.
Procesos de actualización del paisaje heredado entre los que la experimentación formal del Valle Artificial enlaza con el discurso en torno a la arquitectura como soporte tecnológico que permite reformular el papel evocador de las formas primigenias del medio natural y de los paisajes culturales asociados a un territorio.
La ponencia presentada ahonda en el debate, recurrente a lo largo de la historia, en torno a la relación hábitat-naturaleza con una investigación ejemplificada a través del proyecto Valle Artificial.