La traqueostomía es una técnica antigua, utilizada para desobstruir la vía aérea. Tras el inicio de la ventilación mecánica (VM) se ha extendido su uso como método para el destete, habiéndose modificado desde entonces las indicaciones tradicionales y perfeccionado las técnicas que se aplican. Actualmente, superando con creces la indicación primigenia de desobstruir la vía área, se utiliza habitualmente en las Unidades de Cuidados Intensivos con la finalidad de prevenir los daños ocasionados por la intubación endotraqueal prolongada, permitiendo la desconexión más temprana de la VM, así como para la consecución de una vía aérea estable en pacientes con disminución del nivel de consciencia. Paulatinamente se ha producido un incremento progresivo de la necesidad de practicar traqueostomías, debido al aumento de la esperanza de vida y, consiguientemente, de la pluripatología y complejidad de los pacientes críticos. Así, han surgido las técnicas percutáneas, menos invasivas que las quirúrgicas, que se realizan a pie de cama, generalmente por intensivistas que cada vez tienen más experiencia al respecto y que presentan menos complicaciones asociadas, relegándose las técnicas quirúrgicas a los pacientes que presentan complicaciones relativas o en el caso de aquellos centros en los que se cuenta con poca experiencia en la realización de traqueostomías percutáneas.
Con el aumento de la frecuencia de realización de esta técnica surgen nuevas incógnitas, tales como cuál es la mejor opción para pacientes críticos, la técnica percutánea o la opción clásica (quirúrgica), cuál es el mejor momento para su realización (timing óptimo), qué beneficios, en relación a la sedación, duración de la VM, estancias, mortalidad y efectos sobre la incidencia de neumonía asociada a VM (NAVM) se pueden obtener si se realiza de forma precoz, cuándo se debe retirar la traqueostomía y cuáles son los riesgos y complicaciones posibles durante su realización y tras su retirada.