La vida y el dolor han estado unidos al ser humano en la evolución histórica, siempre existieron intentos de combatirlo. La neurociencia busca avanzar en el conocimiento de cómo funciona el cerebro para desvelar el enigma de ¿por qué? sentimos dolor, comprender sus mecanismos es uno de los más grandes desafíos.
Desarrollo teórico
En civilizaciones antiguas la ciencia era parte de la teología, el dolor era considerado como un castigo de los dioses, utilizaban una farmacopea de hierbas con objetivo analgésico con intención de ahuyentar a los demonios. Hipócrates (1657) fue el primero que separó a los dioses de la enfermedad y estableció que el cerebro estaba implicado en el dolor y surge cuando hay disfunción corporal. Sin embargo Aristóteles (1878) consideraba el corazón como el centro del dolor y emoción, destacándolo en su obra De ánima, idea que ha perdurado más de 2000 años y que fue inerme y reemplazada por la Teoría de la especificidad de Descartes (1664) en la que se aportaba la existencia de vías de dolor que conectaban distintas zonas del cuerpo con el cerebro. Seria recogida y modificada por (Melzack y Wall, 1965), llamándola Teoría de compuerta del dolor y se añadieron los aspectos afectivos emocionales y cognitivos de acuerdo con la American Psychiatric Association, (Merskey, 1994), precisando el entendimiento del dolor como base de los procedimientos actuales.
El dolor presenta una perspectiva compleja, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, 1986) define sus términos de acuerdo con la génesis biológica personal, existiendo sobre una base emocional e implicando factores fisiológicos, psicológicos, emocionales y socio culturales (González-Barón, S. 2001).