Las ciudades castellanas se gobernaban indefectiblemente por los caballeros regidores o veinticuatros, unos cargos en su origen representativos pero que pronto pasaron a ser monopolizados por los poderosos a través de las designaciones directas de la Corona. Paulatinamente estas concesiones reales pasaron a encubrir enajenaciones de los cargos que culminarían a mediados del XVII con el proceso de patrimonialización del gobierno municipal.
En el caso de Vélez-Málaga, una pequeña ciudad de 5000 habitantes, el número de regidores se elevaba a 35 y más de la mitad de estos oficios se hallaba vinculada a sus propietarios, lo que provocaba que su principal forma de trasmisión fuera la herencia, de padres a hijos (o hijas, en cuyo caso ejercían los maridos), pero también tíos y sobrinos, cuñados o incluso nietos.
Honor, poder y riqueza se concentraba en unas pocas familias que supieron perpetuarse durante cerca de dos centurias al frente del gobierno de la ciudad, la realidad de esas afirmaciones es lo que pretendemos analizar en este trabajo a través de las transmisiones de los oficios y de las personas que los desempeñaron controlando el concejo de Vélez-Málaga en el siglo XVIII.