La evidencia empírica muestra un amplio acuerdo respecto a las diferencias en estrés asociadas al sexo, encontrando una mayor incidencia de estresores y un mayor impacto emocional de los mismos en chicas (Byrne, Davenport y Mazanov, 2007; Moksnes, Eilertsen y Lazarewicz, 2016). Ellas informan de sufrir mayores estresores en el dominio de las relaciones interpersonales, con familia, iguales y pareja (Forns, Kirchner, Abad y Amador, 2012; Hamilton, Stange, Abramson y Alloy, 2015). Asimismo, las chicas sufren claramente mayor incidencia de sintomatología internalizada, comparadas con los chicos (Hamilton et al., 2015).
El objetivo del presente trabajo es examinar las diferencias en las manifestaciones de estrés entre chicas y chicos a lo largo de las diferentes etapas de la adolescencia.