Las entidades bancarias tradicionales se han desarrollado en un entorno muy regulado y con mercados fragmentados.
La orientación estratégica del negocio estaba orientada a productos y no a clientes.
Los clientes eran poco sofisticados y con necesidades de ahorro- endeudamiento simples.
Tipos de interés altos.
Altos márgenes y escasa competencia real. Los clientes son más sofisticados y sus necesidades de inversión-financiación son más complejas. Por ejemplo el concepto de la banca privada se ha extendido a amplios segmentos de la clientela.
Tipos de interés bajos e incluso negativos.
Relaciones comerciales multicanal.
Competencia feroz y aparición de nuevos competidores ( shadow banking, fintechs).