He dedicado el trabajo que sirve de cierre de esta etapa formativa a un tema recurrente
en todo mi desarrollo artístico: el cuerpo y sus “envoltorios”. Las “estructuras" (esculturas protagonistas de mi trabajo) representan un espacio propio, un universo cuya permeabilidad puedo decidir. A veces me sirven como cobijo donde sentirme segura y protegida; otras veces representan el atuendo, la capa visible, el engalanamiento con el que me muestro al mundo. Como yo, son “tejido” vivo y por tanto cambiante, evolutivo. Por ello los grados de impermeabilidad no son ni absolutos ni permanentes, sino que permiten flujos en una u otra dirección. Son el medio, junto a mi imagen (utilizada también como objeto) para hablar de actitudes, de relaciones, del proceso vital, y vivir como los seres sociales que somos. Dado que cada piel que nos recubre lleva implícita una carga vivencial, cada una de ellas se convierte en sedimento más que en piel.