Desde los inicios de la profesión, los periodistas no han otorgado demasiada atención al impacto personal de algunas de las informaciones que tienen que cubrir, aunque casi todos han de enfrentarse con cierta frecuencia al dolor y al desamparo en un marco de catástrofes, guerra, terrorismo, lucha civil o historias mucho más cercanas, como accidentes de tráfico, incendios, violencia de género o maltrato infantil. En esta investigación, a este conjunto de eventos inesperados, se les ha denominado bajo el epígrafe “situaciones traumáticas”, “situaciones de trauma” o “sucesos de alto impacto”. La mayoría de los reporteros y profesionales de la comunicación encuentran modos de afrontar tales experiencias (Li, Lindsay y Mogensen, 2002; Himmelstein y Faithorn, 2002), algo que en muchos casos se traduce en crear una vía de escape momentánea que les permita seguir adelante: hablar con los compañeros de trabajo sobre lo ocurrido, buscar una actividad lúdica que les permita despejarse, o simplemente descansar adecuadamente.
Sin embargo, diferentes estudios han demostrado que las situaciones como los atentados del 11 de marzo en Madrid (2004), el terremoto de Haití (2010), el tsunami de Japón (2011) o el accidente ferroviario de Santiago (2013), pueden desestabilizarles emocionalmente, y que los reporteros, al igual que otros profesionales que trabajan en el marco de las tragedias, a veces pueden necesitar cierto apoyo extraordinario para no sufrir los efectos colaterales de esta exposición prolongada. A los trabajadores de los servicios de emergencia, médicos, bomberos, o incluso a la policía, se les ofrece tratamiento psicológico y diversos tipos de ayuda para que consigan superar estas vivencias traumáticas a las que se enfrentan. A los periodistas simplemente se les envía a cubrir otra noticia.
Los reporteros forman parte del círculo del trauma, un espacio que se forma cada vez que acontece una situación que, por sus características intrínsecas (importancia, noticiabilidad, imprevisibilidad, dureza o violencia) resulta en un evento impactante que implica a ciertos actores habituales: servicios de respuesta sanitaria inmediata, cuerpos de seguridad del estado y, como se ha dicho, informadores de diversos medios y plataformas. Cuando los profesionales de la comunicación comprenden los efectos que pueden tener en ellos y en su entorno una situación traumática, su cobertura de estos incidentes violentos o inesperados mejora notablemente, ofreciendo un servicio de calidad para la audiencia, de la que siguen formando parte, aunque a veces se olvide, las propias víctimas y supervivientes (Coté y Simpson, 2000).
Se realiza así un tipo de periodismo sobresaliente que tiene en cuenta a todos los protagonistas del suceso; que no solo informa de lo ocurrido, sino que lo hace desde un paradigma ético y responsable; que empodera a la misma sociedad para que pueda regenerarse tras una situación de alto impacto, y que ayuda al propio periodista a salvaguardar su integridad psicológica y fisiológica, reforzando las prácticas laborales positivas.
En la presente tesis doctoral se realiza un análisis de contenido de la cobertura realizada por tres grandes medios de comunicación españoles, El País, El Mundo y ABC, de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, a través del cual se estudian las prácticas erróneas llevadas a cabo por los periodistas al enfrentarse a una situación de crisis de gran magnitud. Así mismo, se analiza la cobertura del accidente ferroviario de Santiago del 24 de julio de 2014 en estos mismos tres medios y en el diario autonómico La Voz de Galicia para comprobar la pervivencia de las mismas años después en un suceso traumático de características diferentes.
Este análisis de contenido lleva aparejada una encuesta a profesionales de la comunicación para sondear sus conocimientos sobre cobertura de situaciones traumáticas, su formación previa al respecto y un autodiagnóstico sobre los problemas que un trabajo reiterado con este tipo de informaciones puede suponen a nivel personal y profesional. Se apoyan los resultados con entrevistas en profundidad que recaban el testimonio de expertos (periodistas, gestores de plantillas de medios de comunicación, docentes universitarios), un análisis de los manuales de consulta y los códigos éticos disponibles en la red como elementos de formación continua para el profesional de la comunicación, y un estudio de los planes de periodismo españoles y anglosajones con el que se pretende averiguar cuál es el nivel formativo superior en cobertura de situaciones traumáticas que reciben los futuros reporteros. Para terminar, se realiza una propuesta didáctica de una posible asignatura que contemple este enfoque periodístico como parte de la enseñanza superior de los periodistas españoles.