Se parte del planteamiento expuesto en el proyecto docente que se realiza para acceder a la plaza de titular en 1988, que ya pretendía integrar las diferentes modalidades de las artes clásicas, el diseño y los nuevos medios tecnológicos de la imagen, para emprender una educación vertebrada en una disciplina integradora que definía como Artes Visuales.
El fundamento de la propuesta se inspira en el efecto moral de la filosofía de Platón y se construye a través de los principios desarrollados por Giorgio Vasari en la primera academia de la historia, la Accademia delle Arti del Disegno. Se describen los valores interdisciplinarios en los diferentes periodos de la historia, y del humanismo en un círculo virtuoso de ciclos de 250 años, hasta su resurgir al inicio de este milenio, el nacimiento y significado actual del término diseño a partir de la creación de la primera escuela profesional de esta disciplina en el mundo, en la España de Carlos III.
Destaca la importancia de la imagen y necesidad de una alfabetización visual que promueva una educación de la sensibilidad, desde los primeros niveles de la escuela. La base común que conecta la disciplina de las artes visuales con la educación es la creatividad, la búsqueda de la autoexpresión, la integración y la formación del individuo. El diseño se considera el fundamento y origen de las tres artes desde los principios de la primera academia. Las artes visuales, además de ser un potente y universal medio de expresión, desarrolla la capacidad de percibir, o sensibilidad, potencia un desarrollo personal equilibrado, la integración de todos los componentes que intervienen en el aprendizaje y del individuo en su medio, así como el pensamiento divergente y el ejercicio creativo.
Al mismo tiempo que pretendemos una transversalidad entre las artes existe un fenómeno paralelo a nivel de culturas, que es el Mestizaje, como intercambio e hibridación de las mismas. Este escenario de encuentros se multiplica hoy gracias a la cultura en red. El potencial creativo de esta cultura se basa en la diversidad que ofrece la multiplicidad de formas de expresión, que pueden ser cruzadas, releídas y recodificadas, pues el procesamiento de valores culturales externos es producto de una percepción activa, en la que asimilamos aquello que recibimos reordenado en un nuevo código, a partir de lo que ya conocíamos. La transversalidad supone un planteamiento integrador y contextualizado, que promueve una conciencia y una solución individualizada a través de una asimilación interdisciplinar y actitud creativa, sin prejuicios epistemológicos y sin que la racionalización anule la visión del subconsciente.