En el Norte de Argentina se encuentran las mayores extensiones de bosques nativos del país. Se trata de un ámbito subtropical con marcadas variaciones pluviométricas, resultantes de la dinámica atmosférica, los tipos y disposiciones del relieve y la distancia al mar, factores que han posibilitado el desarrollo de formaciones vegetales diferenciadas como las selvas de riberas y mesetas en el Este, los bosques húmedos y xerófilos en el centro y las selvas serranas en el Oeste.
Las primeras incursiones, puntuales y de baja intensidad, realizadas con finalidad económica sobre estos ecosistemas datan de fines del siglo XIX.
En el siglo XX, la instalación de fábricas de tanino, la demanda de durmientes para la expansión ferroviaria, la presión ejercida por el avance de las actividades agropecuarias y el requerimiento de los establecimientos foresto-industriales, han sido desencadenantes de gran impacto sobre los recursos naturales de la región.
Tomándose como eje del análisis al parque chaqueño (bosques de maderas duras y semi-duras), la problemática forestal tomó mayor dimensión a partir de 1980, agravándose en los años ´90, al expandirse el sector industrial maderero (fábricas de muebles, artículos rurales, aberturas, etc.), pero más aún por la expansión de la frontera agrícola y de la ganadería bovina sobre áreas que se deforestaban a tales efectos.
La drástica reducción de las coberturas forestales en las últimas décadas no ha podido detenerse, ni siquiera con la sanción de nuevas normativas y la implementación de ordenamientos territoriales en cada una de las provincias, entre los cuales se evidencia la falta de criterios comunes.
Con la eliminación, degradación y fracturación de los ambientes boscosos nativos, las consecuencias que se observan no sólo son de naturaleza ambiental (pérdidas de hábitat, desaparición de especies florísticas y faunísticas, erosión del suelo, desbordes de ríos, mayor evaporación, etc.), sino que afectan directamente a los pueblos originarios cuya cultura y supervivencia se sustentan en el bosque. De igual modo, la transformación de los medios forestales y su conversión en espacios agrícolas, ganaderos o mixtos a mayor escala, inciden severamente sobre pequeños productores que se ven obligados a emigrar ante el deterioro de sus ambientes, la consecuente reducción de recursos y la desaparición de sus precarias redes de subsistencia.