En un contexto global, se están produciendo importantes transformaciones en el turismo provocadas por diversas tendencias sociales, demográficas, ambientales, económicas, tecnológicas y de gobernanza, que sin duda condicionarán el desarrollo de los destinos turísticos.
Adaptarse a los cambios supone para los destinos trabajar con una visión estratégica y prospectiva, y será necesario que previamente conozcan su capacidad de adaptación y reacción ante los cambios, con el objeto de tener una visión más completa y realista de la situación, sobre la cual poder diseñar respuestas acertadas para su competitividad y sostenibilidad en el largo plazo.
En muchos casos ese grado de adaptación no depende sólo de los gestores del destino turístico, sino que viene determinado por todos aquellos actores que intervienen en su configuración, así como de otros factores externos y no controlables como el clima o los elementos heredados (patrimonio cultural y natural).
Dentro de los elementos controlables, cualquier destino que quiera influir en su desarrollo deberá ser consciente de su estructura turística y como ésta está configurada para reaccionar adecuadamente ante los cambios en busca del beneficio global del destino. Dentro de la estructura hay elementos como la Administración Pública y la población local que se presupone no van a tomar decisiones en contra de ese beneficio global. Sin embargo, es más cuestionable las decisiones comerciales ligadas a la oferta turística (alojamiento, transporte, restauración, actividades complementarias, etc.), dado que sus intereses particulares no tienen porque coincidir con el citado bien común.
Constituye, por tanto, esta parte de la estructura turística un punto crítico en el desarrollo y evolución de los destinos que debe ser vigilado. Se habla por tanto, de una vulnerabilidad de los destinos turísticos ante las decisiones comerciales.
De manera general, la vulnerabilidad se asocia a una menor capacidad de adaptación o la posibilidad de que ocurra un riesgo mayor. Aquí habría que tener en cuenta, por un lado, la dependencia entendida como poder de un elemento sobre el resto y por otro lado, la concentración, ya que depender de unos pocos elementos supone un riesgo mayor en caso de que se produzca una amenaza sobre ellos.
En ningún caso se pretende que este enfoque de trabajo genere un debate de la diversificación frente a la especialización de los destinos. En realidad, no se está discutiendo la utilidad de un posicionamiento ni la rentabilidad que ello pueda suponer para el destino. Simplemente lo que se plantea es que la mezcla de esas apuestas deben hacerse pensando en la debilidad que acarrean para el destino, dado un entorno en constante cambio.
Esta investigación desea aportar conocimiento en los huecos detectados en la literatura científica en el análisis de la vulnerabilidad de los destinos turísticos pero, a la vez, quiere ser una propuesta realista y útil para la gestión de los destinos turísticos.
En los últimos años se está poniendo especial énfasis en la importancia y uso de los indicadores para la gobernanza en todo su proceso: antes de la toma de decisiones (diagnóstico), durante el proceso (seguimiento) y especialmente en la medición de sus resultados. Así, cualquier destino debería dotarse de sistemas de indicadores actuales, dinámicos e interrelacionados que consigan una visión global del destino, debido a que las políticas turísticas no son actuaciones estáticas, sino que éstas requieren de su justificación, control y, muy especialmente, evaluación, y reorientación continua, si fuera necesario.
Esta preocupación por desarrollar herramientas precisas de análisis ya se contempla en la literatura científica y concretamente en turismo, la propuesta de indicadores ha venido muy ligada a la sostenibilidad.
Sin embargo, están olvidando otras facetas muy importantes dentro de la gestión turística, entre ellas, el riesgo que le supone al destino una falta de adaptación ante los cambios, y que cada vez es más relevante para la supervivencia del mismo.
Es por ello que en esta Tesis doctoral se plantea un doble objetivo general. Por un lado, ampliar el concepto, medición y análisis de la vulnerabilidad de los destinos desde la óptica de su estructura turística y, por otro lado, generar herramientas que permitan a los gestores conocer y gestionar dicha vulnerabilidad de sus destinos turísticos.
Cumplir estos objetivos ha implicado:
1.Delimitar el concepto de vulnerabilidad desde la óptica de la oferta turística, como factor endógeno y controlable que se configura como resultado de un proceso a lo largo del tiempo.
2. Definir las dimensiones y factores que mejor la reflejen, realizando una propuesta del modelo conceptual, que fue validada por un grupo de expertos.
3.Desarrollar una metodología de medición basada en seis fases: delimitación de la utilidad de indicadores e índices, así como del destino y sus características, definición del Sistema de indicadores, al que se le realiza un test de idoneidad y consistencia, creación de indicadores sintéticos y por último, la contrastación de la utilidad de dichos indicadores a través de su prueba empírica.
El modelo se cierra con un total de 26 indicadores, procedentes de 7 fuentes de información elaboradas por organismos oficiales de estadística y ordenados según las diferentes dimensiones y factores que recoge el nuevo enfoque de vulnerabilidad
4. Contrastar la validez del cuadro de mando sobre un escenario real: destinos maduros del litoral español.
Una de las principales ventajas que pone en valor el uso de esta metodología es la amplitud de utilidades que se desprende de ella, desde la realización de diagnósticos, identificando puntos fuertes y débiles, análisis competitivo, evoluciones históricas, ranking de destinos, señales de alerta que permiten identificar las posibles áreas de intervención, determinación de metas, estableciendo la vulnerabilidad máxima y mínima que los gestores o expertos están dispuestos a admitir para el destino o la realización de simulaciones que permita comprender el comportamiento del sistema, conocer el margen de actuación del destino y evaluar estrategias.
La evaluación de la vulnerabilidad de los destinos turísticos a través de la metodología propuesta y los
resultados obtenidos de la aplicación práctica, constatan que puede ser considerada como una herramienta potencialmente útil para los decisores públicos encargados de diseñar y aplicar la política turística.