La Codificación supuso, además de la primacía
definitiva de la ley en el sistema de fuentes, la consagración de
una forma de entenderla: la norma unidimensional con pretensión
de regular todas las esferas de la realidad. Esto ha provocado una
exacerbada producción normativa, dirigida a regular ámbitos de
la vida de las personas que en épocas anteriores aparecían
referenciados a otros órdenes religiosos o morales, y la crisis por
la que actualmente atraviesan los ordenamientos jurídicos
occidentales. Esta crisis tiene su causa principal en la ruptura del
pacto político entre el poder espiritual y el temporal madurado en
el contexto del dualismo cristiano. Refleja esta ruptura y la nueva
concepción de la ley el Preámbulo de Portalis al Código civil
francés de 1804, el primero de los códigos civiles.