Consumo de drogas y conductas delictivas en adolescentes son cuestiones que preocupan a la sociedad y suscitan interés en los profesionales que están implicados tanto en la intervención como en la prevención en el ámbito comunitario.
Con esta motivación y utilizando como base a la población juvenil del municipio malagueño de Marbella, se ha realizado este estudio. En él han participado 1529 jóvenes de edades comprendidas entre 12 y 18 años, procedentes de los once institutos públicos de enseñanza secundaria del municipio, de los niveles de ESO, FP, Bachillerato y Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) con el objetivo de obtener datos de todo el espectro de ese tramo de educativo.
Consumo de drogas y delincuencia son conductas que pueden comprometen el normal desarrollo de los jóvenes. Este estudio ha analizado el funcionamiento familiar porque la familia es el primer grupo socializador de los adolescentes y porque, además, ofrece oportunidades de intervención y de prevención. Para ello, se ha tomado como marco de referencia el modelo de adaptación familiar al estrés de Gonzalo Musitu y colaboradores (2001). Este modelo nos permite evaluar el funcionamiento familiar, midiendo cómo son las dinámicas familiares a través del estudio de variables como la cohesión familiar, la adaptabilidad, la comunicación, la percepción de apoyo, etc. También se han evaluado las fuentes de apoyo social más cercanas a los jóvenes (padre, madre, hermanos, adultos cercanos, amigos y novio-a), así como el tipo de apoyo recibido (emocional, a la autonomía, de información, hacia las metas y a la aceptación).
Hemos utilizado varios análisis de regresión para estimar el efecto de las variables del sistema familiar sobre el apoyo social (red y tipo), el consumo de drogas (consumo y frecuencia en los últimos 30 días) y sobre las conductas delictivas. También se ha realizado un análisis de ecuaciones estructurales para describir el sistema familiar, utilizando las puntuaciones totales del funcionamiento del sistema familiar percibido (adaptabilidad percibida + cohesión percibida), de la comunicación con la madre (apertura – problema), la comunicación con el padre (apertura – problema), la satisfacción familiar (satisfacción cohesión + satisfacción adaptabilidad), el apoyo familiar (apoyo del padre + apoyo de la madre), el consumo de drogas (alguna vez + semanal + diario + esporádico) y la conducta delictiva. El modelo cuenta con cuatro variables exógenas (sistema familiar, comunicación con la madre, comunicación con el padre y satisfacción familiar) y tres variables endógenas (apoyo social familiar, consumo de drogas y conductas delictivas).
Los resultados finales han mostrado varias conclusiones. Por un lado, se ha encontrado que el sistema familiar tiene una relación directa sobre la percepción de apoyo familiar: a medida que la cohesión familiar aumenta, hay un menor consumo de drogas y un menor número de conductas delictivas. En referencia a la comunicación familiar, hemos comprobado que, cuando es problemática, hay un aumento del consumo de drogas; en cambio, la comunicación abierta se relaciona con una disminución del consumo y menos comportamientos delictivos.
Por otra parte, el análisis de satisfacción con el funcionamiento familiar ha dado como resultado que, cuanto mayor es la satisfacción de los adolescentes con la cohesión y la adaptabilidad familiar, descienden el consumo de drogas y las conductas delictivas.
El funcionamiento familiar (cohesión y adaptabilidad percibida) se relaciona positivamente con la percepción de apoyo emocional, la percepción de apoyo a la autonomía, el apoyo informativo, el apoyo a metas y el apoyo hacia la aceptación en los jóvenes. Dentro de la red de apoyo más cercana a los adolescentes, tan sólo la madre y el padre han mostrado una influencia protectora frente al consumo de drogas.
El análisis de los tipos de apoyo ha dado resultados diferentes: el apoyo a metas se relaciona con el no consumo y con menos conductas delictivas, mientras que poseer una fuente de apoyo que potencie la autonomía personal puede favorecer el consumo de drogas.
Con respecto a las conductas delictivas, los resultados indican que percibir el apoyo tanto de la madre como del padre, incluso, el de un adulto cercano que sea importante para el joven, se relaciona con un menor número de conductas delictivas. En cambio, la figura del novio o novia se relaciona con un mayor número de incidencias en este campo.
Por su parte, el modelo de ecuaciones estructurales ha encontrado que la comunicación familiar abierta se relaciona de forma indirecta, vía apoyo social, con menor consumo y menos conductas delictivas, aunque hay que destacar que los efectos directos sobre el apoyo social han sido más importantes que los indirectos sobre el consumo y las conductas delictivas. La comunicación con la madre, la comunicación con el padre y la satisfacción familiar tienen una relación directa y significativa sobre la percepción de apoyo familiar.
A la vista de los resultados podemos concluir que nuestros datos se comportan de acuerdo al modelo general de adaptación de Musitu (2001), en el que el sistema familiar aparece como un factor capaz de potenciar u obstruir el normal desarrollo de sus miembros.